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Observatorio de las Libertades Públicas.
14/11/2007 | Jorge Omar Lorenzo Pimienta

La Habana, 5 de noviembre del 2007.

De: Jorge Omar Lorenzo Pimienta

Delegado Nacional del Consejo Nacional por los Derechos Civiles en Cuba

Unidad Liberal de la República de Cuba

Desde que triunfó la revolución en 1959 ha existido en Cuba oposición, estableciéndose un diferendo político entre los que mandan y los que no están de acuerdo con su proceder.

Han transcurrido casi 50 años y esta situación permanece igual. En los últimos tiempos se ha fortalecido una oposición pacífica al gobierno en el poder, que está ausente de toda violencia y con nuevos líderes, algunos de ellos salidos de las propias filas del régimen y la mayoría nacidos o crecidos en este sistema. No obstante, los gobernantes cubanos nunca han querido reconocerles, tratándoles cual enemigo extraño en todos los sentidos y contra ellos actúa de la forma más represiva que se pueda conocer: más de mil perdieron la vida en el paredón de fusilamiento, otros miles languidecieron en las cárceles víctimas de crueldades de todos tipo y cientos de miles fueron a parar al destierro, de alguna manera forzado, ya sea por la policía política o por las penurias impuestas por un régimen que lo controla todos, hasta el aire que se respira en el territorio nacional. Nada ni nadie los ha podido detener en su empeño de reprimir a la oposición: ni las leyes internacionales, ni los pactos, declaraciones o convenciones; no han respetado nada de lo convenido para la protección de la persona humana; tampoco respetan para nada las medidas y sanciones de la Unión Europea; menos aún a la ex –Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, -la que junto a su clan de países delincuentes internacionales destruyó para imponer el nuevo Consejo facturado a su conveniencia- y menos aún respetan a los Estados Unidos. Sin reparos, hacen con nosotros, con este pueblo y con este país, lo que les venga en ganas; como si fuéramos propiedad de ellos. Esa cúpula gobernante envejecida, se empeña en seguir mandando todavía cual si estuviera encaramada en la Sierra Maestra y el país fuera su finca particular.

Para nuestros gobernantes, Cuba es un mundo aparte, no se comportan para nada como el resto del mundo cada día más dado a la concertación con sus opositores. Pero estos de aquí no, las autoridades cubanas se han empeñado en no tratar con la oposición el diferendo político siempre lo han enfrentado con represión y más represión; nunca hay el más mínimo vestigio de civilizada humanidad, de respeto al prójimo, de voluntad democrática; solo represión sin límites. Nunca un funcionario del gobierno ha tenido el menor trato con un disidente, solamente la policía política se pone en contacto con nosotros y lo hace para intimidarnos, engañarnos o reprimirnos, y los pocos casos en que se han mostrado negociadores, llamando a algún compatriota a reunión discreta, ha terminado resultando una celada para desprestigiarnos en unos casos, o compulsarnos a la comisión de un delito en otros: La provocación, la difamación y el engaño; conforman la impronta de este régimen.

Hay otras ocasiones en que la policía política nos sienta a su mesa, pero no en calidad de negociador sino de detenido para interrogarnos para interrogarnos bajo presión psicológica y bajo la égida del chantaje y la amenaza de todo tipo; cosa que a veces concluye en la prisión.

Este es el trato que el gobierno cubano da al diferendo político entre las dos partes, con el apoyo tácito de sus acólitos, la indiferencia de muchos, la conmiseración de simpatizantes y la irritación impotente de los amigos allegados.

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