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Testimonio de Damaris Moya Portieles, victima de una golpiza brutal el 25 de junio de 2011, abusos y malos tratos
28/06/2011 | Directorio Democrático Cubano


Santa Clara. 27 de junio de 2011. Mi nombre es Damaris Moya Portieles.

 

Yo, Alberto Reyes Morales y  Michel Oliva López el sábado 25 de junio, cerca de las 12:30 de la noche, nos dirigíamos para la Iglesia Metodista en la ciudad de Santa Clara. Al cruzar la terminal por la calle Marta Abreu fuimos interceptados por la Brigada Especial.

 

Ellos le dijeron a Alberto: “Estás detenido.” A mí me detiene un policía de la Brigada Especial y me hacen una llave de inmovilización muy fuerte, apretándome el cuello. Entonces me ponen frente a la puerta y me da una patada que caigo boca abajo dentro de la guagua [autobús]. De allí me llevaron para la Unidad de Instrucción Policial y cuando llego me dicen: “Bájate”. Y les digo: “Yo quiero que me digan el porque me tengo que bajar si no he hecho nada que vaya contra ley”.

 

El policía le dice a Pablo Echemendía, que era el de la Seguridad del Estado que iba dirigiendo el  operativo en ese momento: “Ella no se quiere bajar” y Pablo Echemendía le dice “Bájala a como del lugar.” Me cogieron por el pelo y me halaron y caí acostada en el piso boca a bajo.  Boca abajo por el pelo me arrastraron pero como no podían conmigo, me llevaron un tramo arrastrada y como no podían conmigo un policía me cogió por los pies y el otro por la parte de los senos, más el que me llevaba por los pelos.

 

Yo comienzo a gritar consignas antigubernamentales como: “Abajo Fidel”, “Abajo la dictadura”, “Vivan los derechos humanos” y siento que me dan un golpe por la parte de atrás del cuello. De ese golpe seguí conciente pero después sigo gritando las consigas y siento que  cuando vuelvo a gritar “Abajo Fidel” siento otra cosa caliente que me dio por el mismo lugar por donde me habían dado por primera vez.

 

 Allí sentí una calentura y no supe más de mí hasta que me desmayé alrededor de los 20 minutos. Digo 20 minutos porque el hermano Alberto me dijo que habían pasado 20 minutos hasta que ellos los introdujeron a la celda. Cuando recobro el conocimiento veo una bata blanca borrosa  y algo negro todo borroso y sentía una voz que desde bien lejos me decía: “¿Puedes ver? ¿Puedes hablar? Háblame” y según voy cobrando el conocimiento veo que es un médico que me estaba tomando la presión. En ese momento supe que decía: “Tiene a la presión en 150/90 y la frecuencia cardiaca muy alta.” Me siento la cabeza engrandecida y las manos entumecidas. Voy cobrando la visión y el médico me decía: “Mira para este lapicero” y lo iba moviendo. Me dejaron la noche en ese lugar sentada.

 

Al día siguiente supe cuando llegó Idania [Yanes Contreras] y yo, pensando que hablaba alto, le decía a Idania: “Me golpearon y me desmayaron”. Pero Idania no me podía oír porque mi voz no tenía fuerza.

 

Quiero decir que cuando ellos me logran parar de donde me tiraron y yo caí desmayada, me encontraba en el cuarto de ocupaciones que es el local donde te revisan y te quitan las pertenencias. Allí en ese lugar comencé a vomitar. El médico me echa la cabeza para adelante para que no me fuera a ahogar.

 

Bueno, después que trajeron a Idania y que le pude hablar, le dije: “Idania, me han golpeado de forma brutal y no se lo que me han hecho. Solo se que me siento muy mal. Han acabado conmigo y sigo con los vómitos”. Idania empieza a gritárselo a todos y a reclamar que me brinden atención médica.

 

Viene el médico y a esa hora, después que me habían tenido la noche entera en una silla, es a esa hora que el médico me lleva para la enfermería y me dice que me  tiene que remitir para el hospital. Me montan en una ambulancia y me traen para el hospital. Me ve un neurocirujano. Ml neurocirujano al principio me estaba tratando bien pero después que el policía se lo lleva y le habla, viene y está totalmente cambiado y me dice: “Levántate. Tu tienes nada”.

 

Trató de hacer ver que yo estaba fingiendo todo lo que me estaba pasando. Entonces una doctora por detrás de mi le dice al médico que me está atendiendo: “¿Quien dice que nadie que tenga un trauma debido a un golpe tiene que venir aquí en el hospital chorreando la sangre, quien dice eso? Ella se puede haber dado un golpe o se lo pueden haber dado y no tiene hematoma ni nada que diga que tiene un golpe. Pero en realidad el golpe está”.

 

El médico la miró con mala cara y la mandaron a salir del cuarto donde yo estaba y cuando traté de mirar para la cara de esa doctora me lo impidieron. El guardia me dice: “Vamos.” Me montan en un carro. Esta mujer manda una camilla y le dice al guardia: “Ustedes no se la pueden llevar a ella de aquí porque aún no ha terminado”. El guardia dice que tengo que regresar a la consulta de la doctora  y yo le digo: “Ustedes me hicieron placa, ultrasonido y dicen que no tengo nada. ¿Para qué yo voy a regresar allí? ¿Para que sigan diciendo que no tengo nada? Para eso mejor me llevas para instrucción, para donde yo estaba”.

 

Entonces el guardia me dijo: “Tienes que bajarte” y le dije: “No me voy a bajar”. Me llevan para la unidad de Camajuaní hasta las 6 de la tarde.

 

Quiero decir que si algo me pasa es culpa de estos esbirros que me golpearon de forma brutal y abusiva y que uno de los mayores culpables, o sea el que da la orden, se llama Pablo Echemendía.

  

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