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La disidencia cubana planta al Gobierno, molesta por la actitud de Moratinos
05/04/2007 | - -


 

Luis Ayllón

ABC, España

La Habana

 

El plantón dado ayer al Gobierno español por la mayoría de los grupos de disidentes anticastristas en el interior de Cuba fue el inevitable y esperado colofón a la polémica visita que Miguel Ángel Moratinos acaba de hacer a la isla caribeña.

 

Con escasas excepciones, los disidentes rechazaron acudir a la cita en la Embajada española con el director general para Iberoamérica, Javier Sandomingo, a quien el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, encomendó la poco grata tarea de escuchar a unos opositores muy enojados después de que el jefe de la diplomacia española no les recibiera y sin embargo se mostrara durante dos días enormemente complaciente con el régimen castrista.

 

Sólo asistieron dos colectivos

Sandomingo citó a las principales figuras de la disidencia interna a primeras horas de la tarde en la Embajada, pero sólo acudieron a reunirse con él Eloy Gutiérrez Menoyo, de Cambio Cubano, y el socialdemócrata Manuel Costa Murúa. El grupo de las Damas de Blanco, esposas de los encarcelados hace cuatro años durante la llamada «Primavera negra»; Oswaldo Payá, del Movimiento Cristiano de Liberación e inspirador del Proyecto Varela; o los ex presos políticos Marta Beatriz Roque y Vladimiro Roca rechazaron la invitación para expresar su malestar por la actitud de Moratinos.

 

La decisión de los disidentes, a muchos de los cuales Sandomingo conoce personalmente de los años en que estuvo como encargado de negocios de España en La Habana, no ha sorprendido, porque desde que el ministro llegó a Cuba todo indicaba que no tenía ninguna intención de reunirse con ellos. Por el contrario, Moratinos insitió, un día y otro, en que lo que vino a hacer aquí era abrir una nueva etapa de diálogo con las autoridades cubanas. Más aún, sólo un par de horas antes de regresar a España y después de haber sido recibido por Raúl Castro, en la noche del martes, insistió en que España tiene interlocución «con todos los sectores de la sociedad cubana», y que quienes se quisieran entrevistar con el Gobierno español podían hacerlo, pero advirtió: «Hay métodos, hay mecanismos, hay momentos, hay fórmulas, y es lo que quiere llevar a cabo el Gobierno español, que con su política, su orientación y su actitud puede dar resultados que quizás en otras ocasiones no se obtenían. Estamos recibiendo a todo el mundo nosotros, si no quieren venir, respetamos que no quieran venir», concluyó.

 

Ante esa perspectiva, lo que sucedió es que la mayoría de los opositores anunciaron que no acudirían a la cita en la Embajada española. En declaraciones a ABC, Vladimiro Roca, de Todos Unidos, calificó de «falta de respeto de Moratinos y Zapatero al pueblo cubano» la decisión de no reunirse con ellos. Marta Beatriz Roque, ex presa política como Roca, y dirigente de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, dijo que no tenía nada que habar con el Gobierno español y aseguró: «La profunda amistad entre Moratinos y el canciller Felipe Pérez Roque crea compromisos con el gobierno cubano con los cuales la oposición no está de acuerdo».

 

Por su parte, Oswaldo Payá y las Damas de Blanco, ambos «Premio Andrei Sajarov para los Derechos Humanos y la libertad de expresión» del Parlamento Europeo, explicaron también su negativa a acudir a la reunión, indicando que no tiene sentido hacerlo cuando ya ha concluido la visita de la delegación española.

 

«Condiciones insultantes»

Payá señaló que «la actuación del Gobierno y de la Embajada de España se han adaptado a las condiciones de exclusión que el régimen cubano impone respecto a la disidencia. Nosotros nos someteremos a esas condiciones para las relaciones con España, que nos resultan insultantes», añadió, al tiempo que subrayó que la visita se ha producido «en momentos en que la represión y el lenguaje de intolerancia y la violación de los derechos civiles se acrecienta en Cuba, especialmente contra la oposición democrática, que es, toda, pacífica».

 

Myriam Leyva, una de las fundadoras de la asociación Damas de Blanco expuso así su negativa a asistir a la reunión: «El domingo llegamos al acuerdo de reunirnos con la delegación, como ya la delegación se va, no tiene sentido y no vamos a reunirnos con nadie».

 

Por el contrario, Gutiérrez Menoyo, que sí acudió a la Embajada, vio positiva la visita de Moratinos, aunque se mostró escéptico sobre los resultados. «Por el momento -dijo- no creo que se pueda conseguir nada, ni en democracia ni derechos humanos».

 

Según supo ABC de fuentes de la disidencia, el pasado lunes, mientras Moratinos se encontraba en La Habana y todo apuntaba ya a que no vería a los disidentes, el Encargado de Negocios de la Embajada de Alemania, país que ocupa actualmente la presidencia de la Unión Europea, recibió en la representación diplomática a disidentes de las distintas tendencias.

 

Aunque se trata de una reunión que se celebra periódicamente, resulta significativo que tuviera lugar durante la visita del ministro español, cuyo planteamiento de las relaciones con Cuba ha sembrado la división en el seno de la Unión Europea. De hecho varios diplomáticos europeos en La Habana consultados por este periódico expresaron su sorpresa por la actitud española hacia el régimen y hacia los disidentes.

 

Para muchos, la buena voluntad de Moratinos de tratar de encontrar una fórmula para abrir espacios de libertad en Cuba no ha ido acompañada de una adecuada estrategia en la preparación de la visita, que se considera precipitada. Las críticas provienen incluso de algunos sectores del propio Gobierno español y del mundo diplomático que no entienden la necesidad de haber ofrecido tanto al régimen sin obtener garantías de nada.

 

El establecimiento de un mecanismo de consultas políticas que incluye los derechos humanos puede quedarse en nada o, todavía más, ser un instrumento utilizado por las autoridades cubanas para lavar su imagen en los foros internacionales. A ello apuntan las palabras del canciller Pérez Roque en su comparecencia conjunta con Moratinos, al calificar de «mercenarios» y «terroristas» a los presos políticos y asegurar que ese asunto no entra dentro de las conversaciones sobre derechos humanos.

 

Lejos de mantener una actitud de agradecimiento al ministro español por la mano que le tendía con su visita, arriesgándose a las críticas que le llegarán de España y de la Unión Europea, el ministro cubano Pérez Roque sacó pecho para demostrar que quien ha rectificado en sus posiciones ha sido España y no Cuba y que eso mismo es lo que tiene que hacer la Unión Europea. A nadie le cabe ya ninguna duda de quien ha ganado y, además por goleada.

 

 

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