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Memoria de un proceso sumario
17/10/2008 | Yordis García Fournier


Yordis García Fournier, director de la Revista independiente

Yordis García Fournier, director de la Revista independiente "Porvenir" en la provincia de Guantánamo.

17 de octubre de 2008. El 31 de agosto en la tarde-noche estaba en compañía de Rolando Rodríguez Lobaina, Director del Centro de Estudios Alternativos del Movimiento Cubano de Jóvenes por la Democracia cuando recibimos la noticia que el hermano Enyor Díaz Allen estaba detenido en la unidad de la policía sita en Calixto García e/ Pintó y Varona, conocida como Parque 24, de la ciudad de Guantánamo. Inmediatamente se dio la noticia a la prensa independiente y demás medios alternativos. En horas de la noche, recibí en mi casa al hermano y buen amigo Isael Poveda Silva, que andaba en búsqueda de más información sobre el caso. Decidimos ir al centro policial más tarde en la noche para hacerle llegar unos cigarrillos, pensando que en ese horario sería mucho más fácil nuestra gestión.

 

Al llegar al lugar indicado, cuando pretendimos entrar hasta la carpeta fuimos interceptado por un oficial que se encontraba en la escalera de entrada: un agente alto, gordo, sentado en una silla, recostado hacía atrás con los pies en alto, incorrectamente vestido con la camisa de uniforme abierta y sin chapilla de enumeración. Nos dirigimos a él correctamente y le planteamos a lo que habíamos ido, a lo que contestó con una negativa y en muy mala forma. Insistimos, pero fue en vano. Cansado de aguantar tanta grosería, le pedí me llamara ante el oficial superior de guardia. En ese mismo momento, llegaban más de una patrulla y el prepotente oficial se violentó contra mí, torciéndome mi brazo izquierdo hacía la espalda y conduciéndome hasta la zona de las celdas. Isael Poveda Silva fue tras de mí, diciéndole a los gendarmes que eso era un abuso. El oficial de control a detenidos de ese centro de maltrato y tortura de apellido Modgé me cogió por el cuello y me despojó de ropa y zapatos. Un capitán que allí se encontraba, intercedió por mí para que no me dejara completamente desnudo. Proceder parecido utilizaron con Isael Poveda Silva. Nos introdujeron en las celdas, a mí en la #15 y a Isael en la #6. Inmediatamente Modgé le aplicó el gas pimienta a mi hermano de causa. Las consignas antigubernamentales no se hicieron esperar en protesta por todos aquellos injustificados maltratos, siendo secundadas por Enyor que se encontraba en otra mazmorra al final de aquel tenebroso pasillo. Los gritos en contra del régimen duraron casi toda la madrugada. Todo esto ocurrió en la madrugada del domingo a lunes 1ro de septiembre.

 

En la mañana, luego de entregarme mi ropa, el instructor Durán de la policía nos comunicó a ambos que seríamos multados y puestos en libertad. Que equivocado estaba, no lo vimos más. El día 2 fuimos interrogados por el capitán Delgado de la Seguridad del Estado, el cual nos dijo categóricamente que seríamos procesados por los tribunales. En efecto, el día 3, fuimos sancionados a 1 año de privación de libertad bajo el infamante cargo de resistencia en un juicio sumarísimo que solo duró aproximadamente 20 minutos, sin abogado, y solo con Dios como testigo de nuestra inocencia, mucho menos con familiares, nadie se enteró.

 

El día 4, ya estábamos en el Combinado de Guantánamo. Yo en el destacamento 3C, cubículo 29 e Isael en el destacamento de depósito, llamada cuarentena. El día 15 de septiembre, fuimos nuevamente a juicio, pero de apelación en el tribunal provincial de Guantánamo. Desde el día 3, día de la vista oral inicial, no nos entrevistamos con el abogado, solo 5 minutos antes de la vista de apelación lo pudimos ver. Entre mentiras y engaños por parte de los oficiales acusadores transcurrió esta obra de teatro mal montada y con un incoherente guión que en Cuba llaman juicio. Isael y yo reconocimos delante de los jueces que habíamos gritado consignas en contra del gobierno dentro de los calabozos, no así del falso delito que se nos imputaba. Por otra parte, contamos con el valiente y contundente testimonio de nuestro querido hermano Enyor Díaz Allen, quien nos sirvió de testigo, haciendo derroche de valentía delante de aquel manipulado tribunal revolucionario.

 

A pesar de la excelente defensa de nuestro abogado en aquel firme de segunda, donde quedó claramente probado que no habíamos cometido delito alguno, se ratificó la sentencia inicial. El fallo en nuestra contra provocó indignación entre los familiares y hermanos de lucha que gritaron, exigiendo se hiciera justicia. Nuestro caso, no es un caso aislado, cientos de cubanos cumplimos hoy injustas condenas en distintas cárceles cubanas por el solo hecho de pensar diferente a los gobernantes cubanos que en nombre de una falsa ideología, cometen día a día flagrantes violaciones de los derechos más elementales, universales e inalienables del hombre. En todos estos casos no han condenado a personas algunas, sino a un pensamiento, a un ideal, y a una conciencia que ha escapado de la doctrina castro-comunista.

 

 

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