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Jóvenes por la Democracia, el circo romano y la danza de los lobos
29/04/2009 | Nestor Rodríguez Lobaina


Por Néstor Rodríguez Lobaina, presidente del Movimiento Cubano de Jóvenes por la Democracia.

Baracoa. 29 de abril de 2009. Néstor Rodríguez Lobaina. La disidencia cubana ha padecido de altibajos luego de su aparición en el escenario nacional con la fundación del primer grupo de derechos humanos compuesto por un reducido núcleo de intelectuales cubanos a fines de la década del setenta.

 

Tras el derrumbe del bloque socialista en el este europeo y su eje mayor, la Unión Soviética, continuaron proliferando en Cuba grupos homólogos que laboraron en la misma dirección y que demandaban mínimas fórmulas de convivencia cívico-social para la decadente sociedad cubana, afectada por lustros de fundamentalismo político. El Movimiento Cubano de Jóvenes por la Democracia (MCJD) fue uno de esos grupos fundados en los albores de los 90.

 

En 1996, el clímax de la floreciente sociedad civil es momentáneamente interrumpido luego de la aparición del Concilio Cubano, del cual, el MCJD formaba parte. Este esfuerzo concluyó con cientos de detenidos en toda la isla y el asesinato de cuatro jóvenes de la organización humanitaria y exilada “Hermanos al Rescate” por parte del régimen de La Habana.

 

En lo adelante, numerosas iniciativas han ido apareciendo en el escenario nacional donde Jóvenes por la Democracia ha tenido una participación, ya sea activa o representativa. La recogida de firmas para el Proyecto Varela, Todos Unidos, la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, u otras iniciativas en su conjunto han conformado un cuerpo de resistencia cívica dentro del tejido social cubano.

 

Dos de las 75 víctimas de la primavera negra en marzo de 2003, Juan Carlos Herrera Acosta y Claro Sánchez Altarriba, son miembros del MCJD y otros como los hermanos Ferrer García y el activista Alexis Rodríguez Fernández dieron sus primeros pasos de oposición en la organización juvenil.

 

El MCJD ha sido uno de los grupos oposicionistas que más ha preocupado a la cúpula gobernante y a sus cuerpos represores, si se tienen en cuenta los siguientes aspectos: capital constitutivo, plataforma programática y la vulnerabilidad del blanco de interacción social- las universidades cubanas.

 

En noviembre de 2007, la presentación pública en La Habana de más de 5000 firmas de estudiantes y profesionales cubanos por la autonomía universitaria marcó la alerta del régimen castrista.

 

El Movimiento a favor de la reforma universitaria en la Isla, heredero de su predecesor de Córdoba en los umbrales del siglo XX argentino, y continuador de la herencia del período republicano cubano frente a las dictaduras autoritarias, marcó la madurez, consolidación y visibilidad pública de la organización.

 

Desde entonces, una serie de acciones represivas han venido acaeciendo contra el movimiento. Estas oscilan entre citaciones policiales, actas de advertencia, detenciones arbitrarias, deportaciones forzadas, hasta las más crueles y brutales golpizas y encarcelamientos de los miembros más activos del mismo, por parte de una execrable clase militar que impone la injusticia.

 

Desafortunadamente, la actual coyuntura internacional de una izquierda victoriosa en las urnas democráticas latinoamericanas, el enfriamiento y leve distanciamiento de la comunidad democrática europea para con los demócratas cubanos y las domésticas flexibilizaciones del ala moderada de turno en la Casa Blanca bajo el denominador común de la crisis financiera favorecen el oportunismo castrista. De este modo, en el oriente y centro cubano, verdaderos círculos romanos y folklóricas danzas de lobos azules y verde olivo quieren devorar inmisericordemente a los heroicos activistas que demandan libertad para el pueblo de Cuba.

 

Los recientes encarcelamientos de jóvenes como Yordis García Fournier, Isael Poveda Silva, Alejandro Jiménez Blanco, Ricardo Galbán Casals y Abel López Pérez- entre otras victimas de la ignominiosa "peligrosidad social pre-delictiva"- así como las brutales golpizas y detenciones arbitrarias a jóvenes baracoenses que por limitación de espacio no puedo explicar pero que constan en nuestros archivos de denuncias públicas, no sólo es la prueba de lo anteriormente dicho.

 

Expresiones de los jefes de la represión oficial baracoense en sus cuarteles, como el Mayor Osmany Sevila, Diesel Castro y Donato de la Cruz, entre otros militares, demuestran que los represores se sienten cómodos: “…ha vuelto nuestro tiempo, el socialismo ha triunfado sobre el capitalismo, nuestra fiesta no es otra que la de acabar con la oposición. Sobre todo con Jóvenes por la Democracia que nos ha dado tanta lucha. Ya el mundo no cree en ustedes, ni ustedes le preocupan al mundo. Ustedes se han quedado solos...”

 

Con esta máxima de la danza de los lobos, no se salvan del círco agresor ni siquiera los ancianos enfermos de más de 70 años, como mi padre, el Señor Ramón Rodríguez Azahares, a quien fueron capaces de decomisarle la Constitución cubana y la ley de procedimiento penal, instrumentos jurídicos que utilizan para limitar los derechos humanos del pueblo de Cuba, los cuales son considerados subversivos en manos de un opositor. Hace solo días mi padre fue víctima, junto conmigo, de maltrato físico, detención arbitraria y hasta fue multado, con el objetivo de evitar nuestra participación, al menos como espectadores, en el juicio organizado contra el activista Alejandro Jiménez Blanco, a quien le fuera ratificada la condena de dos años de privación de libertad.

 

Que los miembros de la opinión pública nacional e internacional saquen sus propias conclusiones. Nosotros, la Resistencia no violenta y cívica cubana, seguimos en pie de lucha.

 

 

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